Exposición "TRAS LOS SITIOS" - Sala Rivadavia, Cádiz.


LOS SITIOS DE RAFAEL CASADO

Gonzalo Figueroa

Texto para catálogo

2003

 

Rafael Casado es un espectador comprometido. Pero su compromiso no conoce los límites que el egoísmo o el tan manido mercantilismo ponen a veces a la labor, o más que a ella, a la función del artista. En su permanente e inquieta evolución, este creador enriquece el oficio con el asombro. Y   esta desconcertada extrañeza la concentra en una necesaria contemplación del hombre y de la naturaleza que lo conforma, lo rodea y, en cierto modo, encierra. Es entonces cuando, de pronto, convencido de su genérica dependencia, acata el influjo de la historia de ese ser imperfecto que él llama "intento fallido", para concluir, humildemente, que nada es nuevo y que él sólo continua la tarea secular que iniciaron viejos y desconocidos ancestros de cuyo mensaje no puede librarse.

 

         En su caminar ha cubierto todas las estaciones: desde alumno académicamente aventajado, pasando por talentoso e impecable figurativista del paisaje solitario y melancólico, pero formalmente equilibrado, para llegar a ésta, su etapa actual, que tiene mucho de investigación, de angustia vital y madurez precoz.

 

         Rafael Casado es un artista rebelde. No satisfecho con una imitación que siempre llevará consigo las imperfecciones del modelo, decide adentrarse en la contemplación de las esencias del ser humano, descubriendo a éste como un conjunto irregular y abigarrado de fuerzas, receptor deimpulsos que, en esta ocasión, él llama "pulsiones", expresión que, por definición, encierra la energía profunda que orienta el comportamiento hacia un fin y que se descarga al conseguirlo.

 

         Es así como, pacientemente, busca y espera hasta recibir el empuje vivificante de esas fuerzas que, misteriosas, surgen del artista o que éste encuentra, asimilándolas en el proceso de creación en un ejercicio tenso y doloroso, hasta lograr identificarlas como válidas e interpretarlas. Sólo en ese momento puede iniciar el proceso de materialización, durante el cual va situando las energías recibidas en su definitiva instalación, transitando por lo que él llama el "espacio" o amplio universo creativo. Dentro de ese espacio, su sensibilidad le indica cómo puede llevar cada una de aquellas al "lugar" adecuado, hasta lograr que su arte las transfiera al "sitio" o "sitios" que requieren en la obra final.

 

         Así comprueba, con la satisfacción y la alegría del descubridor, que ha identificado y representado esas energías que la naturaleza pone a disposición de todos, pero que él, corporeizándolas, ha sido capaz de transformarlas en imagen y aprisionarlas. Llegado a este punto, el pintor despierta y con sensualidad descontrolada, se sacia con la representación física del impulso, complementada con el sentido maravilloso del tacto.

 

                     En esta curiosa serie pictórico-escultórica que ahora nos ofrece, su autor ha empleado la razón y el talento para interpretar estas pulsiones, aplicándolas principalmente a la figura humana, mostrándonos desde el dolor y la conciencia, hasta la fragilidad, la contención o la apariencia. en sus restantes "ensamblajes, considerando que las pulsiones pueden expresarse como abstracción, las manifiesta en forma de capas superpuestas, para que cada una de ellas sobre el fondo represente una aportación diferente, pero siempre transcendental.

 

Con ello, Rafael Casado nos encandila al demostrar que no busca la belleza al uso, sino la emoción que anhela despertar en los que, con él, pero cada uno a su manera, sean capaces de profundizar en el inmenso panorama de su originalísimo empeño artístico.


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